diumenge, 7 de març del 2010

street art

Una de mis pasiones es pasear y os aseguro que Lisboa es una isla llena de tesoros variopintos, será por su pasado colonial, será por la espléndida y lenta decadéncia de la urbe, será porque en este territorio se entrecruza: la opulencia, lo antiguo, lo moderno, lo transmoderno y lo rural.. sea lo que sea, mis paseos son una experiencia única y magnifica que me gustaría compartir.
Esta semana, de vuelta a casa, después de una noche de arte de museo, Pedro y yo hablábamos de esta maravilolsa ciudad que me hace perder el sentido, que me empuja a explorar las calles milimetricamente y en las que me puedo perder horas y horas. Mi interlocutor se quejaba de las pintadas y de la transformación monstruosa a la que se ve sometida continuamente. En cierto sentido tiene razón, Lisboa se está convirtiendo en una ciudad escaparate , de diseno, que choca con el abandono y el deterioro (deliberado?). El arte callejero, los graffitis y ciertas manifestaciones callejeras pueden estar asociadas al deterioro de la ciudad y al abandono pero también son una forma de comunicación de descontento hacia lo real y lo social que acontece, también implica ingenio, picardía, osadía y expresión personal salvaje pero, no lo son también las intervenciones urbanas de artistas de museo, las estatuas de asesinos ensalzados a héroes nacionales y las vallas publicitarias?
Los que me leen me conocen bien y sabéis lo mucho que me gustan las lámparas alcachofas (norman69), la estantería Kartell, las vajillas Bodum, las galerias de arte, los museos y la arquitectura en general y no aguanto el hule, ni las cortinas de ducha de plástico, ni el gotelé (y menos las espirales que tenía que soportar en la casa de Durham), ni las paredes empapeladas, ni el terciopelo en el mobiliario, ni las figuritas de lladró, chinos ni murano. Así que os puede estranar que me embelesen las gandes obras plasmadas en la pared que emanan trasgresión, protesta y belleza a la vez. Viva el arte callejero!