dimecres, 29 de juliol del 2009

antes del desayuno... una mirada lusa

Como cada mañana lisboeta, antes de desayunar, me hago con un ejemplar de EL PAÍS con la mirada de reproche del atractivo quiosquero. Hace casi un año que vivo en Lisboa, hace casi un año que debería haber aprendido portugués, hace casi un año que debería tener amigos portugueses pero no es así y mi quiosquero me lo recuerda, cada mañana, con esa mirada penetrante. Él me extiende el periódico doblado cruzamos miradas; la suya dice: Ya te vale menina ¿vas a querer saber algo de nosotros o eres una guiri más viviendo aquí? Y la mía dice: ya lo sé, soy una vaga y deberían expulsarme del pais, con lo que he criticado yo a los castellanos que no son capaces de aprender catalán y mira yo lo hago peor…

Este verano estoy intentando con mayor y menor fortuna aprender algo de portugués para así poder explorar esa parte de la ciudad y de su cultura que excluyo por mi vaguería lingüística. Me da rabia no tener ansias por descubrir la cultura lusa, me entristece no poder ir al teatro, me agobia no ser capaz de trabajar en un contexto lusófono, me agunstia tener apatía lingüística.

Ah! Si alguien se pasa por el Largo de Graça, en Lisboa, ve un quiosco al lado de Banco Popular y se encuentra a chico engominado, pelo rizado, gafas con cristales al aire (¿me entendeis, no?), no muy alto y piel morena ¡Ese es! y si sabéis Portugués hacedle feliz, hacedlo por mi.