Después del chute de buena música en Córdoba, el fin de semana siguiente la cita obligatoria tendría lugar en la sala Joy de Madrid tocaba Lucinda Williams y no me la podía perder.
Mi pasión por Lucinda nació en el Ryman Auditorium de Nashville y no hace mucho, es lo que tiene la incultura musical, me acuerdo que Tom Weiler nos llevó a un concierto después de un viaje transatlántico, recuerdo que se me cerraban los ojos del cansancio pero mi cabeza seguía el ritmo eléctrico opiceo de la banda y mi alma se extremecía al oir su voz rota y la narración de sus historias. Además de este concierto también asistí a otro acontecimiento que se instaló en mi memoria como uno de los shows más bellos y más entrañables… era otoño en Nashville con hojas secas de mil colores y en el Belcourt Theatre se anunciaban dos shows de padre e hija, entré a preguntar a mi orientador cinematográfico y me preguntó: Do you like Lucinda? le dije un: Yes, of course, me miró a través de esas gafas de pasta negra y me dijo con ese acento agridulce de los típicos intelectuales sureños: You can’t miss the shows babe. How many tickets do you want? Compré uno para mí y le dije que me guardara dos en los asientos contiguos, me dijo: you have 20 minutes to convince them but you’ll come back. Así fue, volví a por las dos entradas con la inseguridad que me cacarteriza cuando convenzo a alguien para hacer algo que realmente no está convencido para tranquilizarme me decía que realmente ellos lo decidieron yo sólo les seduje con mis palabras y ellos aceptaron. ¡Que suerte tuvimos!, ¡Que experiencia tan maravillosa!, ¡Que feeling había!. Todavía Tom lo recuerda cada vez que nos vemos
En Newcastle también tuve la oportunidad de verla y de sentirla en ese bello teatro con perfecta acústica diseñado por Norman Foster. Lucinda se ganó canción a canción al público gélido Geordie que parecía no olvidar la cancelación del evento, incluso les levantó de la butaca y les arrancó una sonrisa. ¡Todo un reto que supo superar con maestría!.
Después de esta larga ausencia de su voz en directo llegaba la cita de Madrid a la que no podía faltar. Como ocurrió en Nashville con mis palabras seduje al personal para que viniera, parece que en algunos hicieron efecto pero en otros ya se sabe… espero que otra vez sea posible.
La sala Joy era un marco ideal para Lucinda pequeña, acogedora, bella y con buena acústica. Me sorprendió la cantidad de gente y no tanto la edad, en fin, el público recibió de forma cálida a la cantautora sureña sin que esta se dejara mucho querer, estaba distante y profesional, escurridiza y parececía estar tocando en un escaparate separado de la calle por un grueso cristal. Ya sé que las críticas la alabaron pero hasta casi al final del concierto, no la vi sentir, vibrar y conectar por el público cegado por la potencia electrica de su grupo y su ronca voz.
No salí decepcionada, ni me arrepiento de haber ido, creo que todos, sea cual sea nuestra profesión, tenemos días con más o menos capacidad comunicativa y ese día le flojeaba a Lucinda.Por suerte repetí en Barcelona y pude ver lo que deseaba, lo que soñaba y lo que quería sentir elevado a una sensación orgásmica máxima.
dimecres, 29 de juliol del 2009
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